martes, 20 de enero de 2015

La farsa de la anticorrupción


1 año, 7 meses y 2 días ha tardado en salir Luis Bárcenas de prisión, ni siquiera ha cumplido con la cantinela famosa de los "tantos años y un día". O más bien han tardado en sacarlo sus amigos del PP, no sea cosa que tire de la manta y nos vayamos a la mierda... Y ha logrado ser puesto en libertad sin que se haya aclarado siquiera qué era aquella contabilidad en B existente en su partido y sin que se hayan depurado responsabilidades por ello. Rajoy, Cospedal y el resto pueden respirar tranquilos. La "Omertà" ha funcionado. Luis, gracias por los servicios prestados.

Mal endémico

                       
Luis Bárcenas es el estereotipo del corrupto patrio, ese chanchullero español metido a político que ha hecho del Régimen del 78 su modo de vida. Plusvalías, contratos fraudulentos, pagos en negro, trafico de influencias... Lo de siempre. No caigamos en el error de creer que esto es nuevo, en la época imperial Sevilla y Cádiz, bases del comercio con las Indias, estaban repletas de gente como él. Y es que en España quien no se forra a base de esto es porque no quiere, raro es no quedarse con una parte cuando por tus manos pasa algo.

Lo único que diferencia a Bárcenas de otros es que a él, como a Matas o a Julián Muñoz, lo han pillado y además carece de poder suficiente para evitar tener que pasar por prisión. Porque no nos engañemos, aquí el político (o constructor, o funcionario...) que va a la cárcel por corrupción es el raro, el tonto, el que ha sido suficiente idiota para que lo pillen y que además no ha tenido la capacidad de librarse de la condena.

Política podrida


Porque reflexionemos. Demos un pequeño repaso por las personas relacionadas con las grandes tramas de corrupción: los Rajoy, Cospedal, Aguirre, Camps, Costa, Mato, Chaves, Griñán, Pujol (Padre e hijos...), Felix Millet, Urdangarín, Infanta Cristina, Sonia Castedo, Rafael Blasco, Rato, Blesa, Rita Barbera... Ninguno de estos ha pisado o pisará la cárcel salvo que mucho cambien las cosas. Y es que incluso tras pasar por los juzgados y ser condenados, el tiempo en la cárcel es reducido o directamente son indultados. Los mejores ejemplos pueden ser Carlos Fabra, Matas o el propio Bárcenas.

Es por eso que cada vez que oigo hablar por parte del Gobierno o la oposición de lucha contra la corrupción me entra la risa. Es complicado que, desde dentro de un sistema que nutre y protege la corrupción como algo innato, sea posible combatirla. Y más aun si los encargados de anunciar dicha lucha son algunos de los nombres de arriba, que ya se han encargado de enriquecerse a costa de las arcas de un estado al que han saqueado dejando al país en la ruina para su mayor beneficio personal.

Eso sí, los mismos que hoy salen a decirnos que combatirán la corrupción mientras se lucran con ella, son los que no dudan en avisarnos de que la culpa de todo es nuestra, que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. Lo siento señores, pero los españoles en ningún momento les pedimos que nos robaran nuestro dinero o lo usaran en proyectos inútiles para que pudieran lucrarse sus amigos.

Y que no salgan a dar lecciones de moral ni a advertirnos del peligro de votar a otras opciones. No. El problema de este país no está en que la gente opte por nuevas formas de gobierno. El problema está en los actuales partidos, que han asumido la corrupción como propia y se han lucrado con ella. ¿Solución? Urnas y tribunales. Pero unos tribunales de verdad. No como los de ahora, vendidos al poder, y para que esto pase, al final, no nos queda nada más que votar algo diferente.

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