Te pueden gustar más o menos. Puedes compartir sus ideas o no. Puedes llegar incluso al amor o al odio. Pero es imposible que alguien niegue que Albert Rivera y Pablo Iglesias se han convertido en las dos grandes revelaciones políticas del último año. Hablamos de los lideres de dos partidos que hace un año o no existían o eran un partido pequeño y limitado a Catalunya y que se han convertido en doce meses en la segunda y la cuarta fuerza política según las últimas encuestas. Y aunque hoy no estarán presentes en el parlamento durante el debate del estado de la nación son, a día de hoy, dos de los grandes líderes del país.
Dos lideres carismáticos
Por
supuesto, visto su éxito es imposible negar que tienen cualidades políticas y
sirven para esto. Sus estilos son diferentes, uno es vistoso, grandilocuente y
disfruta con las masas y la discusión, es en un atril o frente a su rival donde
se siente cómodo, el otro es un político mas de salón, de distancias cortas,
pero capaz de convencer con un discurso calmado y sosegado. Son diferentes
tipos de carisma, obviamente, pero no se puede negar que son unos políticos
carismáticos, quizá los lideres mas carismáticos desde la marcha de Julio
Anguita, Felipe González o Adolfo Suárez.

Dos carreras paralelas
La
reflexión de hoy es otra, muy diferente, y está basada más bien en el
paralelismo que guardan las carreras políticas de ambos. Iglesias, relacionado
desde joven con ambientes y medios de izquierdas y asesor de Izquierda Unida
decide, tras ver que este partido no le ofrece aspiraciones de poder saltar al
ruedo con un nuevo partido y fundar Podemos, con el que solo cinco meses
después dará la gran sorpresa en las Elecciones Europeas al conseguir 5 escaños. Enfrente Rivera también vivió una
situación parecida; desencantado con el Partido Popular de Catalunya , donde
militaba en sus Nuevas Generaciones, decide abandonarlo e integrarse en la
Plataforma Cívica Ciudadanos de Catalunya. Tres meses después, en su Congreso
Fundacional como partido, es elegido presidente de la formación.
Es
decir, nos encontramos con dos hombres que tras haber tenido relación con
partidos tradicionales decidieron abandonarlos y empezar a trabajar para conseguir transcendencia
política con nuevas organizaciones. Su éxito salta a la vista y en estos
momentos se han convertido en la referencia de los desencantados con las viejas
maneras de hacer política. Además lo están haciendo robando votos e importancia
a las organizaciones de las cuales proceden, logrando que muchos de sus
simpatizantes pasen a apoyar a estos nuevos partidos, que solucionan mucho
mejor sus problemas.

Castigo del talento
Pero
la reflexión es otra, ambos estaban relacionados con viejas formaciones y ambos
se dieron a conocer en ambientes políticos. ¿Nadie vio que con lideres así
seria mucho mas fácil alcanzar el poder en dichas formaciones? ¿Cuál es el
funcionamiento interno de un partido? ¿Cómo es posible que alguien con tanto
talento no destacara y llegara a sitios de responsabilidad? Quizá esta es la
primera pregunta que muchos de los antiguos partidos deberían hacerse, algo se
ha hecho mal cuando nadie vio que quizá con estos hombres al mando y no con
mediocres como Pedro Sánchez o Mariano Rajoy seria mas fácil ganar unas
elecciones. Y si, se que Pablo Iglesias
no tuvo nada que ver con el PSOE, sino con IU, pero estoy seguro que dentro del
PSOE habrá gente con mejor habilidad que Sánchez.

Para
terminar, parece que las cosas cambian y algunos empiezan a aprender. El
ascenso de Garzón a los altares de Izquierda Unida tras la llegada de Iglesias
y Podemos es un halo de esperanza, es posible llegar arriba de una formación
antigua si hay capacidad para ello. Pero sigue sin ser fácil, los problemas de
vividos en la federación madrileña del partido lo atestiguan.
No conocía gran cosa del pasado de estos dos y me dejas de piedra con tu acertada reflexión final.
ResponderEliminarCurioso ver de donde vienen y los errores en cadena que pueden llevar a que les quiten un poder que podian haber consolidado.
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