martes, 10 de marzo de 2015

Curiosidades Históricas - Damocles y su espada



Es común oír cuando alguien está siempre bajo una amenaza constante e inminente que se encuentra bajo la “Espada de Damocles”. Hace referencia a tener siempre una espada suspendida sobre nuestras cabezas. Y curiosamente el origen de la frase no puede ser más ajustado a dicha situación.

El occidente griego


Esta historia ha llegado a nosotros a través de los autores clásicos, como Diodoro de Sicilia o Cicerón, aunque la historia es anterior a ellos, ya que hay que remontarse al S. IV a.C. En aquellos tiempos Roma aun solo era la líder de una pequeña liga de ciudades del centro de Italia, Cartago a duras penas controlaba su territorio y un pedazo de Sicilia y el poder dominante en el Mediterráneo era el mundo griego. Eso sí, un mundo griego aun desunido y en constante lucha entre sí, aún quedaban más de cincuenta años para la llegada de Alejandro Magno y el gran crecimiento helenístico.

En esos tiempos la gran potencia en el Mediterráneo Occidental era la ciudad de Siracusa, en la costa sudeste de isla de Sicilia. Había sido colonizada por griegos procedentes de Naxos en el año 734 a.C., es decir, durante la ronda de colonizaciones que llevo a los griegos a llenar de ciudades propias gran parte de las costas del Mediterráneo. Así que mientras Grecia se desangraba en la Guerra del Peloponeso (Contienda que duro 20 años y que enfrento a Atenas y Esparta por la supremacía) en el lejano Occidente Siracusa escalaba y crecía, dispuesta a convertirse en la ciudad más importante del mundo griego.

Este sitio de privilegio lo logró gracias a Dionisio I, el primer tirano de la ciudad. Antes de nada un inciso, en aquellos tiempos un tirano era la persona que dominaba una polis por ella misma, es decir, sin formar una oligarquía o una democracia. No necesariamente tendrían que ser personas crueles, simplemente tenían el control de la ciudad, y curiosamente trataban bien al pueblo y buscaban mejorar la ciudad porque habían alcanzado el poder gracias a él, ya que solían ser quienes lideraban una revolución contra los antiguos tiranos u oligarcas. Dionisio, por ejemplo, había alcanzado el poder gracias a una denuncia de los ciudadanos de Siracusa contra los propios generales de la ciudad. En el 405 a.C. la polis estaba enfrentada con Cartago por el control de la isla y sus generales fueron acusados de traidores. Uno de quienes lo hizo fue Dionisio y con el apoyo popular se convirtió en tirano.

Una vez en el poder lo primero que  hizo fue, curiosamente, hacer la paz con Cartago, una paz que le permitió reorganizar la ciudad y usar su poder para dominar las pequeñas ciudades griegas que le rodeaban. Ya con el control del occidente griego (que incluía no solo Sicilia sino el sur de Italia, la llamada Magna Grecia) se lanzó contra los cartagineses, los derrotó y se hizo con casi toda la isla, dejando a los púnicos solo el control de Lilibeo, en el extremo occidental. Alrededor del 380 a.C. se podía decir que era el mayor gobernante del mundo griego. Además, durante estas guerras contra Cartago hizo otra aportación a la historia militar, fue el primero en usar las catapultas.

Damocles


Pese a sus éxitos militares Dionisio, como el resto de tiranos griegos, no podía estar tranquilo ya que su base de poder era débil y cualquiera podía despojarle de él si contaba con los apoyos necesarios. Tanto era esta intranquilidad que se cuenta que una vez que Damocles, uno de sus cortesanos, afirmó que lo envidiaba por su lujo y poder el tirano le ofreció cambiar los papeles por una noche, lo que el cortesano aceptó. Esa misma noche se celebró un banquete y Damocles tuvo el honor de presidirlo; pero inmediatamente comprobó que las cosas no iban bien y que la gran mayoría de cortesanos miraban hacia el techo, encima suya. Damocles los imitó y vio, sorprendido, que una espada colgaba de una simple cuerda sobre su cabeza. Al preguntar a Dionisio el motivo de dicha espada este respondió que si deseaba saber lo que era ser tirano debía convivir con el peligro constante y la sensación de miedo que  era inherente al cargo.

Curiosamente se cuenta otra historia sobre Dionisio relacionada con ese peligro eterno de conspiración. Uno de los que conspiró contra el tirano fue un hombre llamado Pitias, que fue descubierto y condenado a la horca. El hombre, ante la perspectiva de la muerte, pidió tiempo para arreglar sus asuntos y ofreció a un amigo, Damón, como rehén para poner sus cosas en orden. Pero cuando llego el momento de la ejecución Pitias no apareció y Dionisio estaba dispuesto a ahorcar a Damón cuando en el último momento llegó Pitias a la carrera para ser ajusticiado y salvar a su amigo. Había tenido un problema y se había retrasado. Este gesto de honradez hizo que Dionisio se ablandara y le salvara la vida a ambos.

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