domingo, 28 de diciembre de 2014

La falta de visión que creó un arte


Hoy es 28 de Diciembre, día de los Santos Inocentes, pero hoy no vamos a hablar de inocentadas sino de una efeméride. Y es que tal día como hoy, pero hace 119 años, nacía en Paris una nueva forma de expresión. Si señores. El 28 de Diciembre de 1895 nacía el séptimo arte, nacía el cine.

El Invento


En realidad en ese día no nació el cine como tal, sino que los hermanos Louis y Auguste Lumière (jamás un apellido ha sido tan oportuno) presentaron en la capital francesa el cinematógrafo. La idea de capturar las imágenes gracias a la luz no era nueva, ya que la fotografía había aparecido unas décadas antes, pero la posibilidad de capturar imágenes en movimiento nace con esta máquina. Su antecedente más directo era el kinetoscopio que había inventado Thomas Alba Edison, que ya era capaz de capturar imágenes en movimiento aunque no podía reproducirlas.

Los hermanos Lumière, hijos de un fotógrafo, trabajaron durante años en el taller fotográfico de su padre en Lyon. La combinación entre un técnico y un administrador, que vemos en muchos casos de éxito, se repite aquí ya que Louise era físico mientras que su hermano Auguste era administrador. En 1892 empezaron a trabajar en la idea de filmar imágenes en movimiento, para ello aprovecharon que su padre, Antoine, había traído de París un kinetoscopio para investigarlo y crear el invento que les haría famosos.

El cinematoscopio, como otros inventos de éxito, no necesitó de nuevas y modernas tecnologías, sino simplemente de una reestructuración de inventos ya existentes para crear utilidad. Así que lo crearon basándose en el kinetoscopio, la cámara fotográfica y un efecto visual del ojo humano llamado persistencia retiniana. Y es que las imágenes que vemos se mantienen en la retina durante una décima de segundo antes de desaparecer; esto es lo que permite ver la realidad en movimiento, ya que el cerebro enlaza estas imágenes para generar dicha ilusión. El cinematoscopio se aprovechaba de ello y emitía veinticuatro imágenes por segundo, por lo que el cerebro humano no era capaz de verlas de manera diferenciada y se generaba la ilusión del movimiento.



Su mala explotación


Pese al descubrimiento los hermanos Lumière jamás vieron que el cine que habían inventado pudiera tener excesivo futuro, eso no evito que trataran de sacarle el máximo beneficio posible mientras la gente se mostrará interesada. Ello hizo que tras la primera demostración comercial, a la que fueron treinta y cinco personas que pagaron un franco cada una, decidieran seguir explotando la gallina de los huevos de oro por ferias y salones no solo de Francia, sino de Europa.

Por suerte la falta de confianza en su invento fue el mayor regalo que pudieron hacerle al cine. Y es que otras personas, que sí que habían visto el potencial del cinematógrafo, pudieron adquirir con facilidad la patente o copiar el invento, que se extendió con rapidez por el continente, dando el salto incluso a los Estados Unidos. La Exposición Universal de 1900 fue el último impulso que necesito el invento para convertirse en mundial.

¿Y por qué digo que fue una suerte? Porque la falta de visión comercial de los hermanos Lumière hizo que su invento fuera distribuido con rapidez por el mundo y llegará a cualquiera que quisiera filmar algo. Esto ayudó a su distribución y a que se convirtiera en un arte como lo conocemos en la actualidad. Si, perdieron dinero con ello, pero la humanidad ganó un nuevo arte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario