Hoy, 7 de Noviembre, se
cumplen 99 años de la Revolución de Octubre, el momento más importante de la
historia del S. XX y es por ello que considero que es un buen motivo para
volver al blog. ¿En Noviembre? Os preguntareis. Si, efectivamente, la
Revolución Rusa de 1917 fue en Noviembre pese a llamarse “De Octubre”. ¿El
motivo? Más abajo en el texto, antes me gustaría ponernos en antecedentes.
A principios de 1917 el
Imperio Ruso se resquebrajaba por momentos, la Gran Guerra había desgastado el país
hasta el límite y la autocracia de Nicolás II no encontraba la manera de poner solución
a los problemas del país. Pese a su enorme tamaño Rusia era un país atrasado
respecto al resto de los contendientes, un gigante con pies de barro al que el tímido
reformismo dirigido por el Zar Alejandro II tras la Guerra de Crimea (1856) y
el crecimiento industrial de finales de siglo no había logrado dotar de la base
suficiente para resistir un embate así. Por poner un ejemplo Rusia no abolió la
servidumbre, terminando con el régimen feudal, hasta 1861.
Curiosamente este mismo
problema era algo que las elites rusas, y sobretodo sus zares, habían detectado
desde mucho antes de la llegada de la guerra. Esto llevó a una época de
reformismo donde se intentó modernizar el país, primero a nivel político, con
Alejandro II y acciones como el fin de la servidumbre, la creación de jurados y
magistrados libres o la introducción de instituciones representativas, sobre
todo a nivel local. Curiosamente cuando iba a culminar su reforma y dotar al país
de una Constitución el Zar fue asesinado en su camino al Ministerio del
Interior, culminando con la abertura del país. Esto hizo que su hijo, Alejandro
III, y tras él su nieto, Nicolás II, volvieron a la autocracia y a la creación
de un estado policial que garantizara su seguridad, limitando las reformas a la
explotación de los recursos del país, con una tímida industrialización o la
construcción de infraestructuras como el Transiberiano.
Y todas estas reformas, si
bien funcionaron y permitieron cierta modernización económica del país, solo
alcanzaron a las altas capas de la sociedad, mientras que el pueblo seguía con las
mimas condiciones que sus antepasados de hacia siglos. Con un 85% de población
rural el campesinado ruso, aunque libre de la servidumbre, seguía siendo
dependiente de los mismos terratenientes que antes. Eso sí, ahora contaba con
la opción de marchar a la ciudad a ser un obrero más de las fábricas que habían
empezado a surgir en el país, la gran mayoría en manos de capital extranjero, mayoritariamente
francés. Si a ello le sumamos la represión realizada por la policía secreta, un
surgimiento de intelectuales deseosos de cambiar su país y la creación de
grupos con ideologías como el marxismo o el anarquismo tenemos el caldo de
cultivo preparado para una revolución.
Como vemos podemos afirmar que
la Rusia que se iba a enfrentar a la Gran Guerra era un país con problemas y
que necesitaba de un gran líder, pero que por desgracia solo contaba con Nicolás
II. Un hombre que había perdido a su abuelo asesinado y a su padre tras una
enfermedad con solo 49, heredando un vasto imperio a la edad de 26 años y sin
haber estado preparado para gobernarlo, como él mismo reconoció. Tímido, retraído
y voluble, no hizo sino agravar los problemas de Rusia, que culminarían con la
entrada en una Gran Guerra en 1914 para la que no estaba preparado, lo que provocaría
una revolución que lo costaría el trono en 1917 y finalmente la vida en 1918.
A todos estos problemas hubo
que sumar la guerra, obviamente, con sus desastres militares, sus muertes en el
frente, sus problemas de abastecimiento y sus subidas de precios, lo que agotó
la confianza de los rusos en Nicolás II. Finalmente un durísimo invierno y la carestía
de pan y calefacción en Petrogrado llevaron a una serie de manifestaciones que harían
abdicar al Zar, tras verse abandonado por las tropas, en febrero, creándose un Gobierno
Provisional de carácter burgués que prometió la creación de una Asamblea
Constituyente y la realización de elecciones libres, pero la ausencia de
votantes, movilizados en el frente, aplazó sine die estas reformas. Además tomo
la decisión de seguir con la guerra, lo que acabaría provocando su caída.
Paralelo a este gobierno
provisional se formaron ante la caída de la clase dirigente diferentes comités de
obreros, soldados y campesinos a lo largo de todo el país, los llamados sóviets.
Estos comités representaban, frente a la continuidad del Gobierno Provisional,
los anhelos del pueblo ruso. En su programa podíamos encontrar peticiones como
la paz con las Potencias Centrales, la implantación del sufragio universal, la
jornada laboral de ocho horas o la creación de una Republica Democrática. Esta
dualidad de poderes fue minando poco a poco al Gobierno Provisional, al que la
guerra terminó por dar la puntilla. El fracaso de la Ofensiva Kerenski
(Presidente del Gobierno Provisional) en verano y la llegada de los alemanes a
Riga en Septiembre, a poco más de 500 kilómetros de Petrogrado, terminaría con
el poco crédito con el que contaba Kerenski. Eso y un ejército en descomposición,
que abandonaba el frente y marchaba a la capital precipitarían las jornadas de
Octubre.
Mientras esto ocurría el
partido bolchevique, comandado por Lenin, que había vuelto del exilio en Abril
gracias a un salvoconducto alemán, se había organizado y poco a poco había
conseguido controlar el Sóviet de Petrogrado, el principal del país. Esto le permitió tomar el poder del país en
nombre de los sóviets la noche del 24 al 25 de Octubre sin excesivos problemas
ya que el Gobierno Provisional no presentó resistencia en el Palacio de
Invierno, que fue tomado al asalto con solo cinco muertos. Aquel momento, que
ni siquiera afectó a la vida de la ciudad (los tranvías siguieron funcionando,
los teatros también, las tiendas no cerraron…) cambiaría la historia del mundo
para siempre. Al día siguiente se creaba un nuevo gobierno bolchevique que no
solo firmaría la paz con las Potencias Centrales sino que convertiría a Rusia
en una potencia mundial capaz de detener a la Alemania Nazi y ganar la Segunda
Guerra Mundial. Lo que no logró el zarismo en 60 años lo hizo el socialismo en
solo 20.
¿Por qué afirmó que este
momento es el más importante del S. XX? Por algo tan sencillo de entender como
que dicho siglo no se puede entender sin la presencia de la Unión Soviética,
surgida de aquella revolución. La derrota del nazismo, la Guerra Fría, o
cuestiones tan triviales como las grandes mejoras de las condiciones de trabajo
vividas por los trabajadores de los países capitalistas no pueden entenderse
sin la presencia de la URSS. El miedo a la expansión de la revolución comunista
permitió a los trabajadores de todo el mundo librarse de las políticas
liberalizadoras y pro-empresa que vivimos en la actualidad.
Y para terminar volvemos a la
base del principio. En el texto que acabo de escribir hay dos erratas,
concretamente a nivel de fechas, la Revolución de Febrero fue en Marzo y la de
Octubre en Noviembre. Bueno, o no del todo, depende de cómo lo miremos. Para un
ruso en 1917 ambos sucesos ocurrieron en la fecha que hemos contado, pero por
otro lado desde el punto de vista alemán o francés lo hicieron en Marzo y
Noviembre. Y es que en una maravillosa metáfora la Rusia Zarista vivía “atrasada”
respecto al resto del continente, concretamente 13 días en 1917. El motivo no
era otro que el calendario, mientras que desde 1582 la Europa Católica usó el
calendario gregoriano, Rusia y otros países ortodoxos (incluso algunos
protestantes, Gran Bretaña no lo uso hasta 1752) siguieron usando el Juliano.
Esto lleva a curiosidades como que la Revolución de Octubre fuera un 7 de
noviembre, es decir, hace 99 años. Y como era de esperar esto tambien fue
cambiado por la revolución, tras el 14 de Febrero de 1918 llego, de nuevo, el
31 de Enero de 1918, equiparando a Rusia con el resto de Europa.
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