Un
año les ha durado la mentira. Un largo año en el que aún lograron que hubiera
gente que creyera la trola que nos contaron cuando aterrizaron en Mestalla.
Aquella farsa que repitieron por activa y por pasiva mientras que los hechos
demostraban completamente lo contrario a lo que se empeñaban en repetir.
"Amadeo Salvo y Rufete son gente importante en el proyecto". Y un
cuerno.
Y
eso que hace un año podían haber dejado las cosas claras desde un principio, el
club es nuestro y estas son nuestras medidas. Pero no se atrevieron. Notaron el
malestar en la afición por la marcha de Pizzi para traer a Nuno, un desconocido
entrenador portugués, y no quisieron soliviantar al personal llevándose por
delante, también, a dos estiletes del club. El gran artífice de la venta y el
hombre que había construido gran parte de la plantilla. Querían hacerlo,
necesitaban hacerlo, pero más necesitaban la tranquilidad.
Con
el equipo en Champions, sufriendo como unos perros eso sí, y con el horizonte
algo más despejado quizá ahora los vientos parecen más propicios. Ya no son
unos recién llegados y están asentados en Valencia, la capacidad de maniobra es
mayor y ahora no parece tan difícil cumplir con su objetivo. ¿El problema? Las
formas. Hacer cosas como el fichaje de Cancelo o de Caio de espaldas a os que
en teoría son tus aliados es la peor manera de tomar la decisión. Creo que han
optado por forzarles a dimitir, en vez de echarlos, y quiza la estrategia les
puede salir mal.
Porque
la afición del Valencia no es tonta. Sabe que hay un nuevo dueño, sabe que este
puede hacer y deshacer a su antojo, pero sigue teniendo opinión y sigue siendo
soberana. Y sabe que si Lim esta aquí es porque Salvo peleo por él y que los
grandes fichajes de este año, a saber Mustafi, Otamendi o Gayà (aunque no sea
un fichaje) tienen el sello inconfundible de Rufete. Y también sabe que los dos
grandes fiascos, Negredo y Enzo, vienen bajo el manto del nuevo dueño y de su
Primer Ministro, Jorge Mendes.
Ya
hubo malestar cuando en contra de toda lógica deportiva se renovó a Nuno en
Enero sin ni siquiera haber cumplido el objetivo y con el equipo en plena
crisis deportiva. De nuevo hubo malestar la semana pasada cuando el Valencia
pagó un lateral prometedor a precio de realidad (Otamendi costó 12 millones,
Cancelo 15..., es de ser imbéciles) y la llegada de un mediocentro brasileño
casi desconocido por 12 millones y medio ha acabado por romper la farsa.
El
Valencia será lo que Mendes quiera. Da igual que haya mejores jugadores, da
igual que haya opciones más baratas, da igual que haya grandes gangas en el
mercado. Sin el visto bueno del todopoderoso representante no se realizaran
operaciones. Si, con Lim el equipo va a crecer, no lo duden, pero lo hará
acompañado del beneficio económico de Mendes. Cuando antes quede claro mejor
para todos; es amigo de Lim y se aprovechará de ello en su beneficio.
La
cuestión, en realidad, no es que Lim no pueda hacer lo que quiera, está en su
derecho, la cuestión es que se nos ha mentido en estos últimos meses haciéndonos
creer que en el club había algo más que la mano del representante portugués.
Ahora las caretas han caído y hay que tenerlo claro. ¿El problema? Que parece
que la estrategia de fichajes va a alejarse de la coherencia y va a pasar al beneficio.
Prepárense para ver pasar por Valencia toda clase de jugadores extraños, en
operaciones raras para no jugar ni un minuto. ¿Recuerdan a Guilavogui, del Atlético
de Madrid? Pues costó diez millones y está cedido en el Wolfsburgo... Es solo
un ejemplo.
Por
cierto, es curioso que los mismos periodistas que defendieron la importancia de
Rufete en el organigrama del club sean los que denuncien que ahora no pinta
nada...
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