lunes, 19 de octubre de 2015

La sorpresa de lo que debería ser comúm



Que en un país democrático sea noticia que dos líderes políticos se enfrenten en televisión y en prime time no debería de ser noticia; pero curiosamente lo es, porque este país es así, de pandereta. El debate de ayer entre Albert Rivera y Pablo Iglesias, los dos líderes de la llamada “Nueva Política”, en Salvados ha sido un éxito rotundo, no solo de audiencia, sino en repercusión e importancia. Esto da lugar a distintas conclusiones.

La primera, y creo que más importante, es que se vio ayer a dos políticos que tienen carisma y liderazgo; algo que no debería ser noticia pero que en España lo es. Solo hay que recordar que en las anteriores elecciones los dos grandes candidatos eran Rajoy y Rubalcaba… Lo peor de ello es que uno sigue estando en la pomada y el otro ha sido sustituido por un teleñeco, de muy buen ver, pero que a pesar de su clara mejoría desde que empezó sigue sin poder acercarse, ni siquiera de lejos, a Iglesias y Rivera.

Y esto da pie a otra reflexión. El debate de ayer fue un gran ejercicio democrático, sentarse a discutir alrededor de una mesa y poner en negro sobre blanco las propuestas de uno y otro creo que es algo muy sano. Es por ello que no puedo sino lamentar la ausencia de otros políticos en esa mesa, no solo los dos del PP y el PSOE, sino a otros como Alberto Garzón, de IU, o a Andrés Herzog, de UPyD (Vale que el partido no pinta ya un pimiento, pero como abogado Herzog está dentro de la acusación en casos como el Caso Bankia). Eso sí, solo imaginarme a Rajoy cara a cara con esos miuras me da entre risa y vergüenza, si ya sufrió en una entrevista con Alsina no me quiero ni imaginar ante otros rivales de mayor entidad. Aquello hubiera sido un Brasil-Alemania.

Lo curioso es que los partidos que no estuvieron en la mesa del bar con Jordi Évole sí  que estuvieron presentes luego, en el debate que siguió al debate y donde encontramos a los seis grandes partidos españoles (Aunque IU y UPyD estén de capa caída) discutiendo sobre lo mismo de siempre. Fue interesante verlo después ya que el contraste no pudo ser más marcado. Pasamos de un debate donde ambos presentaron ideas y propuestas propias a otro más típico, donde volaron puñales y ataques sin que nadie fuera capaz de articular un discurso como si hicieron Rivera e Iglesias, incluso sus segundas espadas quedaron en entredicho durante el segundo debate. Por cierto, que Pablo Casado sea la voz del partido del gobierno dice mucho de este país, lamentable.

No voy a entrar a discutir las propuestas de ambos, ya que creo que a nivel ideológico tienen grandes diferencias, pero sí que me gustaría destacar algo que ocurrió al final del debate, cuando obligados por Évole a responder si o no a una batería de preguntas nos encontramos con muchas similitudes; tanto fue así que incluso Iglesias bromeo con presentarse juntos a las elecciones. Y esto es lo importante, quizá la manera de hacerlo pueda cambiar, pero en el fondo hay una serie de problemas que la democracia española debe atacar y que no son cuestiones partidarias, sino de sentido común, y esto es algo en lo que ambos están de acuerdo. Puede ser una manera de hallar el consenso necesario para cambiar las cosas; aunque sea en unos puntos básicos. Ambos son una buena noticia para el país.

Quisiera terminar con un par de reflexiones dentro del campo televisivo. 5,2 millones de espectadores y un 25,2% de audiencia, doblando a Gran Hermano y dejando claro que hay esperanza para los que consideramos que solo se hace televisión de mierda en este país. Y por cierto, y ya para terminar, supongo que a los líderes de RTVE española se les caerá la cara de vergüenza luego de lo de ayer… Esto es lo que debe hacer una televisión pública, y no seguir dándole dinero a imbéciles como Bertín Osborne.

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