Que en un país democrático sea
noticia que dos líderes políticos se enfrenten en televisión y en prime time no
debería de ser noticia; pero curiosamente lo es, porque este país es así, de
pandereta. El debate de ayer entre Albert Rivera y Pablo Iglesias, los dos líderes
de la llamada “Nueva Política”, en Salvados ha sido un éxito rotundo, no solo
de audiencia, sino en repercusión e importancia. Esto da lugar a distintas
conclusiones.
La primera, y creo que más
importante, es que se vio ayer a dos políticos que tienen carisma y liderazgo;
algo que no debería ser noticia pero que en España lo es. Solo hay que recordar
que en las anteriores elecciones los dos grandes candidatos eran Rajoy y
Rubalcaba… Lo peor de ello es que uno sigue estando en la pomada y el otro ha
sido sustituido por un teleñeco, de muy buen ver, pero que a pesar de su clara mejoría
desde que empezó sigue sin poder acercarse, ni siquiera de lejos, a Iglesias y
Rivera.
Y esto da pie a otra reflexión.
El debate de ayer fue un gran ejercicio democrático, sentarse a discutir
alrededor de una mesa y poner en negro sobre blanco las propuestas de uno y
otro creo que es algo muy sano. Es por ello que no puedo sino lamentar la
ausencia de otros políticos en esa mesa, no solo los dos del PP y el PSOE, sino
a otros como Alberto Garzón, de IU, o a Andrés Herzog, de UPyD (Vale que el
partido no pinta ya un pimiento, pero como abogado Herzog está dentro de la
acusación en casos como el Caso Bankia). Eso sí, solo imaginarme a Rajoy cara a
cara con esos miuras me da entre risa y vergüenza, si ya sufrió en una
entrevista con Alsina no me quiero ni imaginar ante otros rivales de mayor
entidad. Aquello hubiera sido un Brasil-Alemania.
Lo curioso es que los partidos
que no estuvieron en la mesa del bar con Jordi Évole sí que estuvieron presentes luego, en el debate
que siguió al debate y donde encontramos a los seis grandes partidos españoles
(Aunque IU y UPyD estén de capa caída) discutiendo sobre lo mismo de siempre.
Fue interesante verlo después ya que el contraste no pudo ser más marcado.
Pasamos de un debate donde ambos presentaron ideas y propuestas propias a otro
más típico, donde volaron puñales y ataques sin que nadie fuera capaz de
articular un discurso como si hicieron Rivera e Iglesias, incluso sus segundas
espadas quedaron en entredicho durante el segundo debate. Por cierto, que Pablo
Casado sea la voz del partido del gobierno dice mucho de este país, lamentable.
No voy a entrar a discutir las
propuestas de ambos, ya que creo que a nivel ideológico tienen grandes
diferencias, pero sí que me gustaría destacar algo que ocurrió al final del
debate, cuando obligados por Évole a responder si o no a una batería de
preguntas nos encontramos con muchas similitudes; tanto fue así que incluso
Iglesias bromeo con presentarse juntos a las elecciones. Y esto es lo
importante, quizá la manera de hacerlo pueda cambiar, pero en el fondo hay una
serie de problemas que la democracia española debe atacar y que no son cuestiones
partidarias, sino de sentido común, y esto es algo en lo que ambos están de
acuerdo. Puede ser una manera de hallar el consenso necesario para cambiar las
cosas; aunque sea en unos puntos básicos. Ambos son una buena noticia para el país.
Quisiera terminar con un par
de reflexiones dentro del campo televisivo. 5,2 millones de espectadores y un
25,2% de audiencia, doblando a Gran Hermano y dejando claro que hay esperanza
para los que consideramos que solo se hace televisión de mierda en este país. Y
por cierto, y ya para terminar, supongo que a los líderes de RTVE española se
les caerá la cara de vergüenza luego de lo de ayer… Esto es lo que debe hacer
una televisión pública, y no seguir dándole dinero a imbéciles como Bertín
Osborne.
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