Ayer, comentando el capítulo
de Ministerio del Tiempo en Twitter (no hay spoilers, tranquilos), serie que os
recomiendo profundamente, tuve una pequeña conversación sobre el “Rayadillo”,
el uniforme de las tropas coloniales españoles que pudo verse en la serie. Este
uniforme fue adoptado en 1868 y duró hasta el final de las colonias españolas
de ultramar en 1898 y era un intento de adaptarse a la pólvora sin humo y
buscar uniformes de baja visibilidad. El “Rayadillo”, como su propio nombre indica, buscaba
conseguir esto gracias a la superposición de rallas azules y blancas, lo que le
daba de lejos un tono azulado que podía confundirse con el paisaje.
¿Y porque hablo de esto?
Porque hoy vamos a hablar sobre uniformes de baja visibilidad y como las
distintas naciones trataron de adaptarse a la pólvora sin humo y a la necesidad
de confundirse con el paisaje para no convertir a sus soldados en dianas
andantes. Los uniformes multicolores y coloridos típicos de las Guerras Napoleónicas
habían ido quedándose anticuados durante el S. XIX debido al avance de la tecnología
militar, que había aumentado el alcance útil de muchas armas y con ello la
distancia a la que se combatía. Esto se sumaba a la aparición de la pólvora sin
humo, que permitía que el campo de batalla no se viera envuelto en una neblina
que ocultaba amigos y enemigos y convirtiendo la necesidad de confundirse con
el terreno en algo importantísimo.
Las primeras pruebas llegaron
en la Guerra de Secesión Norteamericana entre 1861 y 1865, donde el Ejercito
Confederado empezó a vestir de gris, complicando con ello el tiro de los
unionistas. Pese a la derrota sudista algunos tomaron nota de la importancia de
disimular sus uniformes, entre ellos España, que estrenaría el “Rayadillo” solo
tres años después. Curiosamente las grandes potencias europeas tardaron
bastante más en adaptarse a los nuevos tiempos y solo Reino Unido, tras los
problemas sufridos durante la Segunda Guerra Bóer (donde fueron cazados como
conejos por los tiradores afrikáans, que pese a no usar uniformes sí que vestían
de colores oscuros) adoptaron nuevos uniformes antes de la llegada del S. XX.
El Rayadillo en el Ministerio del Tiempo |
Por poner un ejemplo cuando
los estadounidenses desembarcaron en Cuba durante la Guerra de 1898 algunos
españoles destacarían que su uniforme azul vivo los convertía en dianas
perfectas, lo que explica el alto número de bajas que sufrieron frente a las
mal suministradas fuerzas españolas pese a ser una guerra corta y victoriosa. Bueno,
a este ratio de bajas también ayudo el maravilloso fusil Mauser (que también usarían
los Bóers) y el combatir a la defensiva, pero la idea general es que ante la
potencia de fuego moderna lo mejor era ser lo menos visible posible.
Por tanto podemos decir que a
inicios del S. XX quien más y quien menos ya había visto la efectividad de los
uniformes apagados para no ser cazados como conejos en caso de guerra. Pese a
ello potencias como Alemania, Rusia o Austria-Hungría necesitarían aun la
primera década del siglo para adoptar los uniformes y aun lo harían entre las
protestas de muchos de sus líderes. Por ejemplo el Emperador Francisco Jose I
consideraba el nuevo uniforme austrohúngaro vulgar, mientras que el encargado
de explicarle al Kaiser Guillermo II las ventajas de los nuevos uniformes
calificó la reunión con el monarca como desagradable.
Pero una de las potencias
llegó tarde al cambio, hablamos, como no, de Francia. Y eso que curiosamente
durante toda la época de la Paz Armada se mostraron abiertos a las mejoras tecnológicas
y adaptaron todos los avances que pudieron a la guerra. Si señores, aunque
suene extraño la Francia posterior a Napoleón hizo un buen trabajo en algún momento
de su historia en el ámbito militar. La derrota en la Guerra Franco-Prusiana de
1870 les había despertado del letargo de autocomplacencia en el que vivían
desde las Guerras Napoleónicas y había hecho que los 40 años anteriores a la
Primera Guerra Mundial su ejército se convirtiera en una maquina casi perfecta.
Soixante-Quinze francés |
Con una guerra frente a
Alemania en el horizonte Francia era consciente de que estaba en inferioridad,
sobre todo demográfica. No es solo que la población alemana fuera mayor, es que
además crecía mientras la francesa se mantenía estancada. Crearon un estado mayor,
aumentaron el servicio militar, prepararon una movilización perfecta… Y a ello
le sumaron avances tecnológicos como su maravilloso cañón de 75mm, el Soixante-Quinze francés, el primer cañon
de tiro rápido (no necesitaba ser reapuntado tras cada disparo) y que no solo sería
básico durante la Gran Guerra sino que incluso llegaría a ser usado en la
Guerra Civil Española casi 30 años después.
Entonces, ¿Qué ocurrió con los
uniformes? Que simplemente llegaron tarde. Hasta antes de la Gran Guerra el
Ejercito Francés usaba un uniforme muy característico, casaca azul, pantalón rojo
y el quepis azul en la cabeza. Nada de baja visibilidad ni cascos de acero;
todo muy elegante y napoleónico, además de patriótico. En el fondo el rojo y el
azul, junto a correajes y otros detalles en blanco, eran los colores de Francia
y se esperaba que el soldado francés, vestido con la tricolor, combatiera con
mayor ahínco contra los enemigos de su patria. Y este, y no otro motivo, fue el
que llevo a los franceses a entrar en la Gran Guerra como dianas andantes.
Y ojo, los motivos no fueron
militares, sino mucho más prosaicos. Los teóricos militares hicieron bien su
trabajo y tan pronto como en 1903 y al calor de la Segunda Guerra Bóer
empezaron los experimentos para cambiar los uniformes y adaptarlos a la nueva
manera de hacer la guerra. La primera prueba, como no, siguió la moda afrikáans
y se llamó “tenue boër”, ya que
incluso incluía un sombrero semejante al que usaban los combatientes
sudafricanos. Pese a todo no gusto en el ejército e incluso uno de los
oficiales de los regimientos con el nuevo uniforme llego a decir a sus hombres
que aunque ahora tuvieran un uniforme “feo” seguían perteneciendo al ejército francés.
El "tenue boër" |
Las pruebas continuaron y en
1911 ante la evidencia de la necesidad de un cambio se probó con el “tenue réséda” que pese a su color verde grisáceo
y su capacidad para confundirse con el terreno no recibió sino críticas desde
todos los ámbitos: fue pitado en un desfile, criticado por los conservadores
por ser poco patriótico y por algunos militares por eliminar el rojo, que era
lo que daba valor a la tropa. Incluso la prensa llegará a decir que es un
uniforme de mozo de cuadra y acusa a los francmasones de crearlo para reducir
el prestigio del ejército.
El "tenue réséda" |
Así las cosas las discusiones llegarían
hasta 1913 cuando con los conservadores en el poder el Ministro de Defensa
Eugène Étienne llegara a decir en la Cámara de Diputados que “Supprimer le pantalon rouge? Non! Le
pantalon rouge, c´est la France.” (¿Suprimir el pantalón rojo? ¡No! ¡El pantalón
rojo es Francia!) Y con esto quedó cerrada la discusión hasta que al año
siguiente, a las puertas de la guerra y con un nuevo Ministro de Defensa,
Adolphe Messimy, se decidió por fin adoptar el “tenue bleu-horizon” como nuevo uniforme. ¿El problema? Que tantas
discusiones hicieron que la decisión llegara tarde, por lo que no llegó a las
tropas hasta 1915.
El "tenue bleu-horizon", por fin un uniforme decente |
Así que durante los primeros meses
de la guerra los franceses tuvieron que combatir con su patriótico y elegante
pero poco práctico uniforme, convirtiéndose en dianas andantes para los
tiradores alemanes. Ello, sumado a la táctica francesa que insistía en el
ataque a ultranza (con oficiales a caballo y sable en mano) y a pecho
descubierto contra ametralladoras, alambradas y tiradores, hizo que nada más
durante la Guerra de Movimientos de 1914 los franceses perdieran algo menos de
medio millón de hombres entre muertos y heridos.
Obviamente no todo fue culpa
del uniforme, pero sí que muchos tiradores alemanes destacaron que la
vistosidad de los franceses facilitaba la puntería y ayudaba a hacer blanco en
ellos. Otros, como Edwin Rommel, añadirían al peligro del uniforme francés las
cacerolas y enseres para hacer la comida que los soldados llevaban al cuello,
levantando reflejos que facilitaban verles entre los campos de maíz. Pese a
todo, podemos decir que con total seguridad el pantalón rojo del uniforme francés
es una de las prendas de ropa que más muertos ha causado en la historia.
Todos ordenaditos para morir por Francia |