Es común oír cuando alguien está
siempre bajo una amenaza constante e inminente que se encuentra bajo la “Espada
de Damocles”. Hace referencia a tener siempre una espada suspendida sobre
nuestras cabezas. Y curiosamente el origen de la frase no puede ser más
ajustado a dicha situación.
El occidente griego
Esta historia ha llegado a
nosotros a través de los autores clásicos, como Diodoro de Sicilia o Cicerón,
aunque la historia es anterior a ellos, ya que hay que remontarse al S. IV a.C.
En aquellos tiempos Roma aun solo era la líder de una pequeña liga de ciudades
del centro de Italia, Cartago a duras penas controlaba su territorio y un
pedazo de Sicilia y el poder dominante en el Mediterráneo era el mundo griego.
Eso sí, un mundo griego aun desunido y en constante lucha entre sí, aún
quedaban más de cincuenta años para la llegada de Alejandro Magno y el gran
crecimiento helenístico.
En esos tiempos la gran
potencia en el Mediterráneo Occidental era la ciudad de Siracusa, en la costa
sudeste de isla de Sicilia. Había sido colonizada por griegos procedentes de
Naxos en el año 734 a.C., es decir, durante la ronda de colonizaciones que
llevo a los griegos a llenar de ciudades propias gran parte de las costas del Mediterráneo.
Así que mientras Grecia se desangraba en la Guerra del Peloponeso (Contienda
que duro 20 años y que enfrento a Atenas y Esparta por la supremacía) en el
lejano Occidente Siracusa escalaba y crecía, dispuesta a convertirse en la
ciudad más importante del mundo griego.
Este sitio de privilegio lo
logró gracias a Dionisio I, el primer tirano de la ciudad. Antes de nada un
inciso, en aquellos tiempos un tirano era la persona que dominaba una polis por
ella misma, es decir, sin formar una oligarquía o una democracia. No
necesariamente tendrían que ser personas crueles, simplemente tenían el control
de la ciudad, y curiosamente trataban bien al pueblo y buscaban mejorar la
ciudad porque habían alcanzado el poder gracias a él, ya que solían ser quienes
lideraban una revolución contra los antiguos tiranos u oligarcas. Dionisio, por
ejemplo, había alcanzado el poder gracias a una denuncia de los ciudadanos de
Siracusa contra los propios generales de la ciudad. En el 405 a.C. la polis
estaba enfrentada con Cartago por el control de la isla y sus generales fueron
acusados de traidores. Uno de quienes lo hizo fue Dionisio y con el apoyo
popular se convirtió en tirano.
Una vez en el poder lo primero
que hizo fue, curiosamente, hacer la paz
con Cartago, una paz que le permitió reorganizar la ciudad y usar su poder para
dominar las pequeñas ciudades griegas que le rodeaban. Ya con el control del
occidente griego (que incluía no solo Sicilia sino el sur de Italia, la llamada
Magna Grecia) se lanzó contra los cartagineses, los derrotó y se hizo con casi
toda la isla, dejando a los púnicos solo el control de Lilibeo, en el extremo
occidental. Alrededor del 380 a.C. se podía decir que era el mayor gobernante
del mundo griego. Además, durante estas guerras contra Cartago hizo otra aportación
a la historia militar, fue el primero en usar las catapultas.
Damocles
Pese a sus éxitos militares
Dionisio, como el resto de tiranos griegos, no podía estar tranquilo ya que su
base de poder era débil y cualquiera podía despojarle de él si contaba con los
apoyos necesarios. Tanto era esta intranquilidad que se cuenta que una vez que
Damocles, uno de sus cortesanos, afirmó que lo envidiaba por su lujo y poder el
tirano le ofreció cambiar los papeles por una noche, lo que el cortesano
aceptó. Esa misma noche se celebró un banquete y Damocles tuvo el honor de
presidirlo; pero inmediatamente comprobó que las cosas no iban bien y que la
gran mayoría de cortesanos miraban hacia el techo, encima suya. Damocles los
imitó y vio, sorprendido, que una espada colgaba de una simple cuerda sobre su
cabeza. Al preguntar a Dionisio el motivo de dicha espada este respondió que si
deseaba saber lo que era ser tirano debía convivir con el peligro constante y
la sensación de miedo que era
inherente al cargo.
Curiosamente se cuenta otra
historia sobre Dionisio relacionada con ese peligro eterno de conspiración. Uno
de los que conspiró contra el tirano fue un hombre llamado Pitias, que fue
descubierto y condenado a la horca. El hombre, ante la perspectiva de la
muerte, pidió tiempo para arreglar sus asuntos y ofreció a un amigo, Damón,
como rehén para poner sus cosas en orden. Pero cuando llego el momento de la
ejecución Pitias no apareció y Dionisio estaba dispuesto a ahorcar a Damón
cuando en el último momento llegó Pitias a la carrera para ser ajusticiado y
salvar a su amigo. Había tenido un problema y se había retrasado. Este gesto de
honradez hizo que Dionisio se ablandara y le salvara la vida a ambos.
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