¿Es el título de esta entrada
excesivamente duro? Puede. ¿Me importa lo más mínimo? No. Este es mi blog y aquí
pongo los títulos que me gustan ya que, en esta casa, aun mando yo. Aunque
bueno, quizá lo de mandar y no mandar sea en estos momentos un tema peliagudo
en Valencia, pero bueno…
Al tema. Voy a hablar del tema
estrella de la temporada, de la gran noticia de lo que llevamos de verano, futbolísticamente
hablando, en la capital del Turia: el fichaje, o no, o lo que sea, de Rodrigo
Caio. Y ojo, no voy a hablar de su calidad, que resumiré en que, en mi opinión,
no sirve para el Valencia y lo mejor que ha pasado es que finalmente no haya
venido. Sino que este artículo va a tratar de otra cosa. Va a tratar del ridículo
que ha hecho el club desde que se anunció su fichaje hace diez días.
El problema es que esto no
viene de hace 10 días, el problema es que esto viene de hace un año, desde el
mismo momento en que Peter Lim, que aún no era dueño del Valencia pero ya hacía
y deshacía a su antojo, coloco como entrenador del equipo a Nuno Espirito
Santo. Decisión más o menos criticable, pero licita, en el fondo quien se juega
su dinero (O eso quieren hacernos creer) es el de Singapur. El problema de esta
decisión es que se tomó sin importar lo que había en Valencia y ninguneando a
un equipo que llevaba trabajando en el equipo un año y que había permitido a
Peter Lim llegar a ser el dueño del club. Y lo más grave de todo, se creó una
bicefalia que acabaría rompiendo el club en dos.
Pero donde realmente se fraguo
el problema fue en Enero, la renovación de Nunosin ni siquiera cumplir objetivos y dándole poder en una parcela que ya tenía
dueño, como era la confección deportiva, aumento esa sensación de bicefalia que
acabó por explotar con el fichaje de Caio.
Y llegamos al punto álgido, el
fichaje de Rodrigo Caio. Un fichaje que ha sido un despropósito desde el principio
y que olía mal desde lejos, pero en realidad este no ha sido el problema, sino
que ha hecho que por fin lo que se venía cociendo desde hacía meses acabará
estallando, dinamitando de paso la planificación deportiva del equipo. La falsa
paz que se vivía entre Nuno y sus “superiores” se rompió con la llegada de un
refuerzo que nadie conocía, y que además venia de la mano de ese ser que parece
controlar el futbol mundial: Jorge Mendes.
A partir de aquí nada se ha
hecho a derechas. Para empezar la reacción por parte de Salvo y Rufete ante la
llegada del jugador fue egoísta y desmesurada, sin mirar por el interés del
club. Inmediatamente salto a las ondas como se había realizado el fichaje y la
falta de lealtad de Nuno. Una actitud despreciable, sí, pero que debería haberse
solucionado de puertas hacia dentro. Y eso no fue más que el principio. Guerra
en las ondas, guerra en la afición, vuelta a las trincheras y recuerdos de
aquella guerra Carboni-Quique que tanto daño hizo al Valencianismo.
Aunque el esperpento, lejos de
terminarse, aún no había alcanzado el punto culmen. Lo de la tarde de ayer ya
fue, con perdón, acojonante. Tras echarse atrás el fichaje de Caio, tres
revisiones mediante, debido a problemas médicos empezó una guerra que ha
terminado hoy con la marcha de Salvo, Rufete, Ayala y el resto de la estructura
deportiva del club. Pero el problema no es ese, el problema es que durante todo
este tiempo el prestigio del club no ha hecho otra cosa que caer y la fama de “casa
de los líos” vuelve a planear sobre Mestalla tras unos meses de tranquilidad.
Y ojo, aquí no hay ni buenos
ni malos. Ni unos ni otros han estado al nivel que se espera de una institución
como el Valencia C.F. Es lo que tienen las luchas de poder, que poco importa
para conseguir el objetivo. Y da igual quien gane, porque al final, quien
pierde es el Valencia, que ha visto como toda su estructura deportiva salta por
los aires en pleno periodo de fichajes y a solo mes y medio de jugarse la vida
en la previa de Champions. Más de uno debería hacérselo mirar.
Eso sí, no me gustaría marcharme
sin dejar algunas reflexiones que creo que son interesantes. De todo esto se
puede hacer algo bueno si por fin se aclara quien es quien en el Valencia y
quien toma las decisiones. Si va a ser Jorge Mendes el encargado de la parcela
deportiva del equipo, que lo digan, si vamos a convertirnos en otro juguete en
manos del portugués la afición merecería saberlo. Simplemente hay que aclarar
las cosas. Aunque no interesa, porque con junto al poder llegaría la
responsabilidad, y eso es algo que no casa con Mendes. Pero bueno, que no se engañen,
la gente no es tonta, sabe quién está detrás de la planificación deportiva, si
las cosas no salen, como siempre, se mirará al banquillo. Porque esto es futbol
y aquí mandan los resultados.
Y si sigue sin funcionar se
mirara al palco, aunque el dueño del club no esté ahí y prefiera seguir sin
pisar Mestalla. Esto no es una empresa al uso, señor Lim, esto no es un
negocio. Dirigir un equipo no es como desembolsar un pastón por los derechos de
imagen de Cristiano Ronaldo. Aquí, además de cuadrar los números la pelota debe
entrar. Veo licito que haga negocio, veo licito que su amigo Mendes haga
negocio, pero asegúrese que la pelota entre o tendrá problemas, porque ahora
todo es responsabilidad suya y de la pareja de portugueses a quien ha dado
mando en plaza. Los favores a Mendes, con su dinero, dejemos los Caios para el Atlético,
que en Madrid estan más acostumbrados.