Como no, vamos a hablar de
Australia. Más concretamente de su selección de fútbol. Y es que la victoria de los socceroos en la Copa Asiática
2015, que además se jugaba en su propio país, se merece un post ya que ha sido
la culminación de un largo proceso en busca de mayores retos.
Una sabia decisión
Como es obvio todas las
historias deben empezarse por el principio, y esta empieza hace unos cuantos
años. Y es que como algún lector se habrá dado cuenta hay algo extraño en que
Australia, geográficamente situada en Oceanía, dispute la Copa Asiática e
incluso la organice. Todo esto tiene una explicación, en 2006 la dirección de
la selección australiana, tras ver a los socceroos cumplir con buenos momentos
de juego en el Mundial de Alemania decide que ha llegado el momento de cambiar
de aires y abandonar la Confederación Oceánica de Futbol (OFC) para dar el
salto a la Confederación Asiática de Futbol (AFC) en busca de mayor nivel.
Esta decisión fue la base de
su crecimiento. En la OFC las cosas eran cómodas para Australia, que quitando
la vecina Nueva Zelanda carecía de rivales serios. Cuatro entorchados de la
Copa de las Naciones de la OFC o records como un 31-0 a Samoa Americana o un
22-0 a Tonga lo demuestran. Pero el nivel de exigencia era bajo y en un salto
al vacío decidieron abandonar la comodidad de su confederación para probar
suerte en una Confederación Asiática con mucho mayor nivel y con equipos como Japón
o Corea del Sur, grandes potencias del futbol fuera de Europa y América del
Sur. Además con este cambio Australia se ahorraba, de cara al Mundial, las repescas
a las que estaba obligada por competir en la OFC, que normalmente le llevaba a
tener que jugar contra potencias sudamericanas que le solían dejar fuera de la
gran competición.
Un éxito
Y no se puede decir que las
cosas les hayan ido mal. Australia ha logrado clasificarse para los dos últimos
mundiales de manera holgada, evitando así que el cambio de confederación afectará
a sus opciones. Pero donde más se ha visto esa mejoría ha sido en la propia
Copa Asiática que ha terminado levantando en esta edición; su crecimiento ha
sido exponencial, en su primera edición llego hasta los Cuartos de Final, en la
segunda fue finalista y en la tercera se ha convertido en campeón.
Esto
entraña un gran mérito. No solo porque la adaptación ha sido perfecta y el
cambio de nivel competitivo no se ha notado, sino porque todo esto lo ha hecho
en una AFC en franco crecimiento, donde a Corea del Sur y Japón, las
superpotencias de la región, les han surgido como setas competidores capaces de
rendir a un gran nivel como los Emiratos Árabes Unidos, Irán, Irak, Bahréin,
China o Uzbekistán.
Massimo Luongo, MVP del Torneo |
Por tanto
se puede decir que lo visto este año ha sido el triunfo de la ambición. De la ambición
de una selección que decidió dejar de dominar con tranquilidad su territorio
para dar el salto en busca de una mejoría en el nivel. Pero también ha sido el
triunfo de muchos otros, el triunfo de un Tim Cahill, máximo goleador de su selección,
que ha llevado el triunfo a su país en su última participación en una competición
internacional. El de un Massimo Luongo (del que hablamos aqui) que jugando en la League One tras no
triunfar en el Tottenham ha demostrado que es capaz de ser un jugador
referencia, ganando incluso el premio al Mejor Jugador del Torneo. El de un
Mathew Ryan que, con solo 22 años, ha demostrado que Australia, y el Brujas,
tienen portero para años ganando el galardón al mejor guardameta… Y un largo etcétera
de jugadores que han demostrado que se puede jugar a futbol en tierras oceánicas.
Tim Cahill, leyenda aussie |
Pero por
supuesto, de quien es el gran triunfo es de quien decidió dar el salto a la AFC
y que Australia compitiera a un gran nivel. Enhorabuena, los socceroos han dado
un enorme salto cualitativo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario