En un momento en que la problemática
ultra nos rodea en el fútbol español creo que es un buen momento para realizar
un ejercicio de histórico para ver como en el pasado
organizaciones que se encontraban en las gradas de los estadios acabaron convirtiéndose
en cuerpos militares listos para ser usados por el poder. ¿Qué no sabéis de que
hablo? Hablo de Yugoslavia y su final.
El caso de Yugoslavia
Hace pocos meses vimos imágenes
de enfrentamientos entre aficionados cuando se enfrentaban la selección de
Albania y Serbia debido a diferencias políticas y conflictos que existieron, y
siguen existiendo, entre ambos países. Se nos habló de nuevo del polvorín de
los Balcanes y de los problemas políticos y étnicos que se siguen viviendo en
la zona. Y es que los Balcanes son, para mí, como una representación pequeña de
lo que fue la colonización y la descolonización de África: las potencias
europeas hicieron y deshicieron a su antojo y cuando se fueron (o las echaron)
dejaron unas fronteras sobre el papel que no eran reales.
Y es que en el reducido
espacio de los Balcanes convivían, y lo siguen haciendo, diversas culturas,
religiones y etnias. Sobre una base dálmata han ido superponiéndose romanos,
griegos, eslavos, otomanos, austriacos… Ello hace que encontremos por ejemplo
tres religiones: cristianos, católicos y ortodoxos, y musulmanes, tres idiomas:
serbocroata (que ahora recibe diferentes nombres según el país, aunque es el
mismo idioma, lo que lleva a absurdeces como películas en serbio subtituladas
en croata pero donde lo hablado y lo escrito coinciden porque es la misma
lengua), esloveno y macedonio e incluso diferentes alfabetos como el latino o
el cirílico. Y claro, englobar todo esto dentro de un mismo país tiene sus problemas.
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El Mariscal Tito |
Pero recapitulemos. Lo que
durante gran parte del S. XX fue llamado Yugoslavia formó parte hasta mediados
del S. XIX del Imperio Austrohúngaro y del Imperio Otomano. A partir de
entonces pequeños países fueron liberándose del yugo otomano y uno de ellos fue
el Reino de Serbia, que deseaba unir bajo su manto a todos los eslavos del sur,
gran parte de los cuales seguía bajo control austrohúngaro. Estos problemas
fueron los causantes de la Primera Guerra Mundial y a su finalización las
regiones que Serbia reclamaba le fueron entregadas fundándose el Reino de los Serbios,
Croatas y Eslovenos en 1918. Este país se convertiría en 1929 en el Reino de
Yugoslavia y en 1945, tras la Segunda Guerra Mundial, en la República
Federativa Socialista de Yugoslavia.
Yugoslavia, bajo el mandato
del Mariscal Tito (vencedor de los nazis y liberador del país) se organizó como
una federación formada por seis repúblicas: Bosnia y Herzegovina, Croacia, Eslovenia,
Macedonia, Montenegro y Serbia. Curiosamente, pese a ser un país comunista, se
mantuvo neutral durante la Guerra Fría e incluso creo un nuevo comunismo,
separado del soviético, llamado Comunismo Autogestionario donde existía la economía
de mercado y la propiedad privada en ciertos sectores económicos incluso con
cierto éxito. El problema es que el bienestar económico no podía cubrir los
problemas internos que tenía el país, derivados sobre todo por los
nacionalismos y las diferencias que existían en su interior.
Fútbol y nacionalismo
Estos problemas acabarían por
destrozar al país en la década de los 90 del S. XX, pero en los 80 ya empezaron
a aparecer y el primero de los lugares donde lo hicieron fue en el fútbol. Yugoslavia,
potencia futbolística, tenía por aquel entonces una liga de primera división llamada
Prva Liga (literalmente “Primera División”). En ella competían los grandes
equipos de cada una de las repúblicas que la componían y durante ese tiempo
empezó a mostrarse en las gradas ese nacionalismo beligerante que acabaría por
estallar militarmente unos años más tarde.
El odio entre republicas se
mostraba en el futbol patrio, como ya hemos dicho, y cada una de ellas tenia
uno, o dos, equipos icónicos, rivales entre si normalmente, pero
enfrentados
realmente a los equipos de las otras repúblicas. Este odio enconado se podía ver,
sobretodo, entre equipos de Serbia y Croacia, las dos grandes nacionalidades
existentes en Yugoslavia. Del lado croata los dos grandes equipos eran el
Dinamo de Zagreb y el Hajduk Split, frente a ellos el Partizan y el Estrella
Roja cuidaban del orgullo serbio. La tercera en discordia era Bosnia, con el FK
Sarajevo y el
FK Željezničar
como grandes exponentes. ¿Y Eslovenia, Macedonia y Montenegro? Pues a nivel futbolístico
vivían a la sombra de sus vecinos y jamás destacaron en exceso.
Entrando en el tema principal del articulo cada uno de los
equipos anteriormente mencionados tenía un grupo ultra que les acompañaba allá
donde iban enarbolando banderas y siendo un instrumento más del nacionalismo,
independentista en el lado croata y bosnio, y unionista en el lado serbio. Y es
que Serbia era la gran defensora de Yugoslavia porque era quien controlaba el país.
Algunos de estos grupos eran los Horde Zla, nacionalistas bosnios del FK
Sarajevo, los nacionalistas croatas de la Torcida Split, aficionados del Hajduk,
y los Bad Blue Boys, del Dinamo, que se odiaban entre sí pero más odiaban a
Serbia. Frente a ellos los Delije del Estrella Roja y los Grobarri
(literalmente “Enterradores”) del Partizan, cuyo odio común solo era superado
por su odio a Croacia.
La Batalla de Zagreb
A estos niveles nada nuevo. La
violencia y los hooligans son algo intrínseco que no sorprende a nadie. Pero lo
que ocurrió en Zagreb el 13 de Mayo de 1990 sí que es algo diferente. En aquellos
momentos en Yugoslavia se acaban de celebrar unas elecciones regionales, las
primeras del régimen comunista, y habían visto la victoria de partidos
nacionalistas en todas y cada una de las repúblicas. Croacia no era una excepción
y Franjo Tudjman, presidente del Dinamo de Zagreb, ha sido elegido como el
nuevo líder y la independencia parece ser un hecho. Y esto es algo que los
ultras del Estrella Roja no pueden soportar. Es por ello que aquel Dinamo de
Zagreb-Estrella Roja se convertirá en una batalla campal.
Aquel dia se reunirán en
Zagreb, sin que las autoridades yugoslavas hagan nada por impedirlo, más de
tres mil Delije, ultras del Estrella Roja, dispuestos a destrozar la ciudad
entre gritos de “¡Zagreb es Serbia!”. Frente a ellos los Bad Blue Boys
dispuestos a impedirlo. Y claro, el partido no llego ni a empezar. Y es que con
todos ya dentro del estado y a punto de pitarse el inicio los Delije consiguen
salir del sector de la grada reservado para ellos y lo emprenden a golpes con
los croatas que les rodean mientras la policía hace poco o nada por impedirlo. Los
jugadores del Estrella Roja abandonan, asustados, el campo, no así los del
Dinamo que incluso se acercan a la policía para pedirles que paren a los ultras
serbios. El más activo en ello será Zvonimir Boban, al que sus compañeros se
llevarán a rastras para evitar males mayores.
Finalmente la policía intervendrá
cuando los ultras serbios salten al campo, pero ya será tarde y todo el estadio
se ha convertido en un campo de batalla. Serbios, croatas y policías se
enzarzan en una lucha que hace presagiar lo que ocurrirá en el país en los años
siguientes. Finalmente la policía logrará controlar la situación pero el
combate aun dejará una imagen para el recuerdo. Un aficionado croata cae al
suelo y un policía se abalanza contra él y lo golpea con la porra, justo en ese
momento Boban, de nuevo, aparece y golpea con una patada al policía permitiendo
a los croatas rescatar al aficionado. ¿El resultado de todo? Más de cien
heridos, y algo peor, el aviso de que Yugoslavia está cerca de saltar por los
aires.
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Boban golpea a un policía serbio |
Destrucción
Al año siguiente el país se
resquebrajará, una a una las repúblicas irán abandonando a Serbia y se
convertirán en independientes. Eso sí, exceptuando Eslovenia que prácticamente lo
hizo sin disparar un solo tiro y en diez días, el resto deberán luchar contra
Serbia para lograrlo. Las llamadas Guerras Yugoslavas destrozarán la región y
mostraran el lado más cruento del ser humano, con genocidios, ejecuciones y
violaciones de los derechos humanos con consecuencias que a día de hoy se
siguen arrastrando.
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Arkan, y su tigre |
Lo más curioso de todo es que
gran parte de los mismos que abarrotaban las gradas de los estados yugoslavos y
que protagonizaron la batalla campal antes narrada cambiarían las pancartas por
los fusiles y combatirían en la guerra. No solo eso, sino que se destacarían por
su crueldad, como por ejemplos los llamados “Tigres de Arkan”, miembros del
Delije que dirigidos por su líder, Zelijko
Raznatovic (juzgado por crímenes de guerra), que cometieron barbaridades como
la masacre de
Bijelijna, ciudad bosnia donde asesinaron a más de cien civiles bosnios.
Pero no solo ocurrió con serbios, también ultras croatas y bosnios combatieron
con el fusil como antes lo habían hecho con las pancartas.
Y es que separar el fútbol de la política es difícil. Pero es
algo que debe hacerse. Y es que la violencia puede pasar de las gradas a la
calle, y de ahí a las trincheras, si no se hace nada por remediarlo. Yugoslavia
y su futbol es un ejemplo de ello.