Ante todo pedir disculpas por
todo el tiempo sin escribir, he estado fuera y además en estas fechas es
complicado encontrar tiempo para hacerlo. Lo que hoy voy a contaros viene
motivado por que he hecho, ya que he pasado el fin de año en Barcelona con mi
novia y unos amigos. Recordé lo que os contare cuando visitamos la Estatua de
Colón como muestra la foto de arriba.
Guerra Civil
Así que hoy toca hablar de uno
de mis temas favoritos cuando se trata de historia, y es la Guerra Civil
Española. Vamos a viajar a sus inicios, a Julio de 1936, cuando estalló el
golpe de estado que acabaría derivando en una larga y cruenta guerra civil.
Curiosamente durante estos primeros días se esperaba, como en tantas otras ocasiones, que la guerra fuera corta; los golpistas esperaban triunfar con
rapidez y el gobierno confiaba con controlar la insurrección antes de que
pasara a mayores. Ambos fracasaron y el
resultado fueron casi tres años de combates y muerte.
Pero recapitulemos. En 1936 la
situación en España era de enfrentamiento urbano, con atentados, huelgas y
asesinatos continuos. Nadie la deseaba pero todo el mundo esperaba que aquello derivara
en guerra y cuando llego el momento nadie hizo excesivos esfuerzos por
evitarla. España, por aquel entonces, era una República desde 1931, cuando el
rey Alfonso XIII se exilió tras ganar los republicanos unos comicios municipales. Pese a todo había fuerzas
que luchaban por hacerla desaparecer, y tras las elecciones de febrero de 1936,
donde una unión de partidos de izquierda conocida como el Frente Popular venció
en las urnas, la derecha decidió recuperar por las armas el poder que habían perdido
democráticamente.
El 17 de Julio de 1936 estalló
una insurrección en el Ejército de África, el encargado de defender el
protectorado español en Marruecos. Dicho ejército era, a decir verdad, el único
capaz con el que contaba España, ya que los años de luchas contra los marroquíes
que querían recuperar su territorio lo habían convertido en una eficaz máquina
de combate como demostraría a lo largo de la guerra, siendo el cuerpo de elite
del ejército rebelde. Esta insurrección se extendió a la península al día
siguiente, el día 18, pero la eficacia
del ejército que había en la metrópoli no era la misma y no triunfó en todos
los lugares.
Los dos bandos |
La insurrección en la península
triunfó donde no encontró resistencia. O más bien donde dicha resistencia la componía
algo más que un puñado de obreros armados a toda prisa. Y es que aunque la
República tomó la decisión, tarde eso sí, de armar a los obreros para
defenderse, no fueron estos sinos los cuerpos de seguridad los que la salvaron.
En aquellos momentos en España había dos grandes cuerpos, la Guardia Civil en
las zonas rurales y la Guardia de Asalto, antecedente de la Policía Nacional,
en las ciudades. Y fue la decisión de estos de permanecer leales o unirse a los
rebeldes la que inclinó la balanza. ¿El motivo? El ejército peninsular era ridículo
y los cuerpos de seguridad eran capaces de detenerlos al contar con
entrenamiento militar y estar mucho más fogueados.
Así que como era de esperar
cuando llegó la insurrección las grandes ciudades, que contaban con obreros
dispuestos a defender la República y a cuerpos de seguridad entrenados, se
mantuvieron leales al gobierno. Solo Sevilla y Zaragoza, y por aciertos
puntuales de ciertos militares, se pasaron a los rebeldes. El resto de grandes
ciudades: Madrid, Barcelona, Valencia, Bilbao o San Sebastián siguieron fieles
a la República. Eso sí, quitando Valencia, en el resto hubo que combatir para
evitar el triunfo militar.
La batalla por Barcelona
Y en la ciudad donde más duros
fueron estos combates fue en Barcelona. Allí la insurrección estalló tarde, el día
19, porque el hombre que debía tomar el mando, el General Goded, primero tenía
que asegurar Mallorca. Esta diferencia dio tiempo a los obreros barceloneses a
organizarse y armarse, pidiendo el arma corta a los Guardias de Asalto (que se
quedaban solo con el fusil), tomando al asalto algunos arsenales o robando
armas de los barcos que había en el puerto. Y es que la Generalitat, más
temerosa de una revolución popular que del golpe de estado, se negó a armar al
pueblo hasta que no fue inevitable. Pese a todo, las organizaciones obreras con
gente como Durruti, García Oliver o Ascaso a la cabeza, fueron capaces de
organizarse concienzudamente y situando hombres en la salida de los cuarteles
hostigaron a los militares en su avance hacia el centro de la ciudad. El
objetivo era impedir que los soldados que llegaban desde los cuarteles de la
periferia se reunieran con los que había en el Cuartel de Atarazanas, en el
mismo puerto, justo enfrente del Monumento a Colón.
Por tanto las Ramblas y los alrededores
del Monumento a Colón se convirtieron en lugar de combate y de ahí surge esta
historia. Se cuenta, y así creía yo, que los rebeldes instalaron sobre el
monumento una ametralladora con la que atacar a los hombres que atacaban desde
las Ramblas. Cuando esta semana tuve la ocasión de ver el monumento tuve mis
dudas ya que era prácticamente imposible situar allí arriba cualquier tipo de
arma, por lo que decidí investigar.
Dos Guardias de Asalto y dos milicianos disparan tras un caballo en el asalto a las Atarazanas |
Y mi investigación me ha
demostrado que, efectivamente, esa historia no era más que una exageración. Sí,
los rebeldes situaron ametralladoras en el Monumento de Colon, pero no sobre él
sino en su base, entre los leones de acero que lo adornan. Estas ametralladoras
cayeron bajo control de los obreros antes del asalto final al Cuartel de Atarazanas,
pese a todo algunos de ellos creyeron que se les hacía fuego desde allí y
pensaron que sobre el monumento había una ametralladora, o un francotirador según
otras versiones. Esto hizo que una vez tomado el cuartel y liberado el Poble
Sec y el Paralelo (donde curiosamente hicimos noche durante el viaje) los
milicianos subieran a la estatua para rendir a quien les había disparado desde
arriba. Y imaginad cual fue su sorpresa cuando no solo no encontraron a nadie,
sino que no vieron ni casquillos ni muestras de que alguien hubiera estado allí
arriba.
Esto hizo que desde entonces
circularán distintos rumores. Desde el original, que hablaba de que realmente
hubo alguien disparando sobre el monumento, historia que yo me creí, hasta
otras más rocambolescas como que hubo un “tirador fantasma” aquel 19 de Julio.
La solución, como suele ser habitual, es mucho más sencilla. Aquel sector se convirtió
en un campo de batalla y lo único que los milicianos creyeron oír era el sonido
que las balas perdidas disparadas desde el Cuartel de Atarazanas realizaban al
chocar contra los leones de acero de la estatua. Es más, si se observan con cuidado aún tienen marcas de disparos.
Los milicianos celebran la victoria en Barcelona |
Dedicado a todos los que me
acompañaron en el viaje y a @AndericDEsplus que me hizo
plantearme la veracidad de la historia al preguntarme. ¿Y cómo coño subieron
una ametralladora ahí?
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