lunes, 5 de enero de 2015

Curiosidades Históricas - Una ametralladora en Colón


Ante todo pedir disculpas por todo el tiempo sin escribir, he estado fuera y además en estas fechas es complicado encontrar tiempo para hacerlo. Lo que hoy voy a contaros viene motivado por que he hecho, ya que he pasado el fin de año en Barcelona con mi novia y unos amigos. Recordé lo que os contare cuando visitamos la Estatua de Colón como muestra la foto de arriba.

Guerra Civil


Así que hoy toca hablar de uno de mis temas favoritos cuando se trata de historia, y es la Guerra Civil Española. Vamos a viajar a sus inicios, a Julio de 1936, cuando estalló el golpe de estado que acabaría derivando en una larga y cruenta guerra civil. Curiosamente durante estos primeros días se esperaba, como en tantas otras ocasiones, que la guerra fuera corta; los golpistas esperaban triunfar con rapidez y el gobierno confiaba con controlar la insurrección antes de que pasara a mayores. Ambos fracasaron y  el resultado fueron casi tres años de combates y muerte.

Pero recapitulemos. En 1936 la situación en España era de enfrentamiento urbano, con atentados, huelgas y asesinatos continuos. Nadie la deseaba pero todo el mundo esperaba que aquello derivara en guerra y cuando llego el momento nadie hizo excesivos esfuerzos por evitarla. España, por aquel entonces, era una República desde 1931, cuando el rey Alfonso XIII se exilió tras ganar los republicanos  unos comicios municipales. Pese a todo había fuerzas que luchaban por hacerla desaparecer, y tras las elecciones de febrero de 1936, donde una unión de partidos de izquierda conocida como el Frente Popular venció en las urnas, la derecha decidió recuperar por las armas el poder que habían perdido democráticamente.

El 17 de Julio de 1936 estalló una insurrección en el Ejército de África, el encargado de defender el protectorado español en Marruecos. Dicho ejército era, a decir verdad, el único capaz con el que contaba España, ya que los años de luchas contra los marroquíes que querían recuperar su territorio lo habían convertido en una eficaz máquina de combate como demostraría a lo largo de la guerra, siendo el cuerpo de elite del ejército rebelde. Esta insurrección se extendió a la península al día siguiente, el día 18, pero  la eficacia del ejército que había en la metrópoli no era la misma y no triunfó en todos los lugares.

Los dos bandos
La insurrección en la península triunfó donde no encontró resistencia. O más bien donde dicha resistencia la componía algo más que un puñado de obreros armados a toda prisa. Y es que aunque la República tomó la decisión, tarde eso sí, de armar a los obreros para defenderse, no fueron estos sinos los cuerpos de seguridad los que la salvaron. En aquellos momentos en España había dos grandes cuerpos, la Guardia Civil en las zonas rurales y la Guardia de Asalto, antecedente de la Policía Nacional, en las ciudades. Y fue la decisión de estos de permanecer leales o unirse a los rebeldes la que inclinó la balanza. ¿El motivo? El ejército peninsular era ridículo y los cuerpos de seguridad eran capaces de detenerlos al contar con entrenamiento militar y estar mucho más fogueados.


Así que como era de esperar cuando llegó la insurrección las grandes ciudades, que contaban con obreros dispuestos a defender la República y a cuerpos de seguridad entrenados, se mantuvieron leales al gobierno. Solo Sevilla y Zaragoza, y por aciertos puntuales de ciertos militares, se pasaron a los rebeldes. El resto de grandes ciudades: Madrid, Barcelona, Valencia, Bilbao o San Sebastián siguieron fieles a la República. Eso sí, quitando Valencia, en el resto hubo que combatir para evitar el triunfo militar.

La batalla por Barcelona


Y en la ciudad donde más duros fueron estos combates fue en Barcelona. Allí la insurrección estalló tarde, el día 19, porque el hombre que debía tomar el mando, el General Goded, primero tenía que asegurar Mallorca. Esta diferencia dio tiempo a los obreros barceloneses a organizarse y armarse, pidiendo el arma corta a los Guardias de Asalto (que se quedaban solo con el fusil), tomando al asalto algunos arsenales o robando armas de los barcos que había en el puerto. Y es que la Generalitat, más temerosa de una revolución popular que del golpe de estado, se negó a armar al pueblo hasta que no fue inevitable. Pese a todo, las organizaciones obreras con gente como Durruti, García Oliver o Ascaso a la cabeza, fueron capaces de organizarse concienzudamente y situando hombres en la salida de los cuarteles hostigaron a los militares en su avance hacia el centro de la ciudad. El objetivo era impedir que los soldados que llegaban desde los cuarteles de la periferia se reunieran con los que había en el Cuartel de Atarazanas, en el mismo puerto, justo enfrente del Monumento a Colón.

Por tanto las Ramblas y los alrededores del Monumento a Colón se convirtieron en lugar de combate y de ahí surge esta historia. Se cuenta, y así creía yo, que los rebeldes instalaron sobre el monumento una ametralladora con la que atacar a los hombres que atacaban desde las Ramblas. Cuando esta semana tuve la ocasión de ver el monumento tuve mis dudas ya que era prácticamente imposible situar allí arriba cualquier tipo de arma, por lo que decidí investigar.


Dos Guardias de Asalto y dos milicianos disparan tras un caballo en el asalto a las Atarazanas 
Y mi investigación me ha demostrado que, efectivamente, esa historia no era más que una exageración. Sí, los rebeldes situaron ametralladoras en el Monumento de Colon, pero no sobre él sino en su base, entre los leones de acero que lo adornan. Estas ametralladoras cayeron bajo control de los obreros antes del asalto final al Cuartel de Atarazanas, pese a todo algunos de ellos creyeron que se les hacía fuego desde allí y pensaron que sobre el monumento había una ametralladora, o un francotirador según otras versiones. Esto hizo que una vez tomado el cuartel y liberado el Poble Sec y el Paralelo (donde curiosamente hicimos noche durante el viaje) los milicianos subieran a la estatua para rendir a quien les había disparado desde arriba. Y imaginad cual fue su sorpresa cuando no solo no encontraron a nadie, sino que no vieron ni casquillos ni muestras de que alguien hubiera estado allí arriba.

Esto hizo que desde entonces circularán distintos rumores. Desde el original, que hablaba de que realmente hubo alguien disparando sobre el monumento, historia que yo me creí, hasta otras más rocambolescas como que hubo un “tirador fantasma” aquel 19 de Julio. La solución, como suele ser habitual, es mucho más sencilla. Aquel sector se convirtió en un campo de batalla y lo único que los milicianos creyeron oír era el sonido que las balas perdidas disparadas desde el Cuartel de Atarazanas realizaban al chocar contra los leones de acero de la estatua. Es más, si se observan con  cuidado aún tienen marcas de disparos.

Los milicianos celebran la victoria en Barcelona



Dedicado a todos los que me acompañaron en el viaje y a @AndericDEsplus que me hizo plantearme la veracidad de la historia al preguntarme. ¿Y cómo coño subieron una ametralladora ahí?

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