Hoy, 24 de Diciembre de 2014
se cumple un siglo exacto de un gesto simbólico que demostró que incluso en los
peores momentos el ser humano es un hombre que ama a sus semejantes aunque sean
“enemigos”. Hablo, como algunos habrán adivinado, de la Tregua de Navidad.
La Gran Guerra
En 1914 toda Europa estaba en
Guerra. Por un lado los aliados: Reino Unido, Francia y el Imperio Ruso, por el
otro los Imperios Centrales: el Imperio Alemán y el Imperio Austrohúngaro. Las
autoridades y jefes militares de uno y otro bando habían previsto que la guerra
terminaría rápidamente, pero los franceses e ingleses habían detenido la
ofensiva alemana en el Frente Occidental y en el Frente Oriental se había llegado
a un punto muerto. Era obvio que la guerra iba a ser más larga de lo esperado,
y aunque no lo sabían, la navidad de 1914 sería la primera de las cuatro que pasarían
rodeados del barro de las trincheras.
Pese a todo, aunque había que
pasar la navidad lejos de sus familias y amigos, los soldados de ambos bandos
se prepararon para pasarla la mejor posible. Se decoraron las trincheras, se aumentó
el rancho y se cantaron villancicos y otras acciones típicas de dichas fechas.
Pero entonces cerca de Ypres, en suelo belga y una de las pocas ciudades del país
que no estaban en poder alemán, ocurrió algo distinto.
La Tregua
Ypres, aunque belga, estaba defendida
por las tropas de la British Expedicionary Force, es decir, el ejército ingles
que combatía en suelo continental. Frente a ellos el Primer Ejercito Alemán defendía
las trincheras por su lado. La noche del 24 de Diciembre, tras la cena, varios
alemanes empezaron a cantar la versión austriaca de “Noche de Paz”, a la que
los ingleses respondieron con villancicos típicos de su tierra. Se ha dicho
siempre que respondieron con la versión inglesa del mismo villancico, pero en
realidad en aquellos tiempos “Noche de Paz” no era conocida en el Reino Unido.
Este primer intercambio de
villancicos terminó con canciones cantadas al unísono entre ambas trincheras.
Esto llevo a algo más, y es que los soldados de ambos bandos decidieron
remontar sus trincheras y reunirse en tierra de nadie para intercambiarse
regalos como whisky, cigarrillos o dulces. Aquella reunión llevo a una tregua,
no oficial obviamente, que duro hasta el día 26, que fue cuando los altos
mandos de ambos ejércitos decidieron poner fin a la confraternización con el
enemigo.
Estos dos días de tregua, como
es de esperar, dieron lugar a muchas historias. Los soldados aprovecharon para
enterrar a los caídos en tierra de nadie, incluso con ceremonias conjuntas en
las que se vieron muestras de respeto y condolencia entre enemigos. Además se contaron sus historias personales, cantaron canciones populares,
hicieron chistes sobre los franceses (esto no cambia, ni sus aliados pueden
evitar reírse de ellos) y se jugaron distintos partidos de fútbol. Este último,
sin duda, es el episodio más conocido de la tregua, y según han dado a conocer
las últimas investigaciones, no fue algo espontaneo, sino que un soldado británico,
llamado Willie Loasby se encargó de organizarlo. Es más, incluso sabemos el
resultado, 3-2 a favor de Alemania. Y es que ya lo dijo Gary Lineker, a esto
siempre ganan los alemanes.
Además de la tregua en Ypres, se
vivieron otros episodios parecidos en las trincheras, incluso en el distante
Frente Oriental, donde rusos e austriacos vivieron un plácido alto al fuego
durante toda la navidad. Por desgracia no se pudieron volver a repetir porque
en los años posteriores los altos mandos planearon ofensivas y ataques
artilleros para evitar la confraternización de las tropas. Pero todo ello dejo
una imagen de humanidad que aun no se ha olvidado, y este año se han vivido
homenajes y recuerdos en la zona a todos aquellos hombres que olvidaron que
eran enemigos en plena navidad.
Y con esta bonita historia el
equipo de redacción de Etereocidades os deseamos una feliz navidad a todos los
lectores.
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